FUNDACIÓN HUERTA NIÑO: ENSEÑANDO A CULTIVAR EN ESCUELAS PARA CREAR FUTURO

Constanza Feldman, encargada de Comunicación de la Fundación, es quien narra el trabajo que hacen y de cómo este proyecto nació de una idea que prendió tan fuerte en Felipe Lobert, su fundador, que terminó por transformarse en esta ONG.

La vida maneja sus tiempos y hubo que esperar 30 años para poder lograr lo que tanto ansiaba. En 1999, Chaco lo vió volver con todas las herramientas necesarias para ayudar por primera vez en una escuela. En los años sucesivos y ya con el respaldo de Pro Huerta INTA, fueron más y más escuelas las que fueron visitadas por Felipe, quien ya no estaba solo sino que ahora contaba con un equipo en formación.
Primero, la Fundación Bunge & Born -que financió los proyectos- presentó un listado de establecimientos educativos donde se podría llevar a cabo una huerta. Luego, se tuvo en cuenta que esa comunidad educativa quisiera tener su porción de cultivos realmente, de corazón, porque de no ser así, la iniciativa está destinada a no prosperar. Una vez que ya está todo definido, los integrantes de Huerta Niño viajan para conocer la escuela y conocer a la comunidad interesada pero que aún no tiene los conocimientos suficientes para llevarla a cabo.

Todo un período de aprendizaje sobre la tierra, de manos a la obra y un poco de barro y muchas semillas se abrió. En una primera instancia, los capacitados fueron los maestros y luego “vino el aprendizaje de los chicos de parte de los mismos docentes y de la supervisión puntual de Érica (técnica del INTA) en la huerta. Los chicos, en general, se entusiasman mucho con el proyecto y sobre todo aprenden para luego practicar en sus hogares”.
Constanza relató que “el proyecto de la Divina Pastora creció mucho desde sus orígenes. Rita (la directora) se involucró mucho e hizo que el entusiasmo se irradiara en toda la escuela, incluyendo a las cocineras quienes empezaron de a poco a incorporar las hortalizas de la huerta en el comedor escolar. Los chicos también aprendieron a comer estas verduras a las cuales no estaban acostumbrados en un principio, pero que al ser ellos mismos los que las cosecharon, tenían otro sabor”.

En resumen, “Huerta Niño da principal atención a la selección de la escuela, punto fundamental para garantizar el éxito del proyecto. La comunidad involucrada y motivada es clave para que la huerta sea tomada como un emprendimiento de ellos, y no algo que se viene a imponer. Luego de esto nos resta una actividad por demás importante: la búsqueda del donante (que en el caso de Bunge & Born se dio de otra manera). Lo que sigue es toda la administración, gestión y seguimiento del proyecto. Una vez finalizado, Huerta Niño mantiene contacto con todos los 170 proyectos como una manera de acompañamiento y para ayudarlos en caso de una necesidad puntual”.