EL PELIGRO DE LAS BOMBILLAS DE BAJO CONSUMO QUE CONTIENEN MERCURIO
Las bombillas fluorescentes compactas son eficientes a rabiar, pues duran lo suyo y consumen mucho menos que las tradicionales. Sin embargo, con ellas no todo es de color de rosa, pues contienen mercurio y ello supone un riesgo para la salud en caso de rotura.
Entre los componentes de estas bombillas encontramos metales como el aluminio, el cobre, el plomo o el níquel en cantidades ínfimas, si bien el elemento más peligroso es el mercurio metálico, tóxico y peligroso según advierten numerosas investigaciones.
La cantidad de mercurio también es muy pequeña, concretamente un máximo de 3,5 miligramos, y cuyo principal peligro es inhalarlos al convertirse en vapor y quedar de forma permanente en el organismo. Por lo tanto, conllevan un peligro, aunque no suponen un riesgo cuando están en perfecto estado, ya sea apagadas o en funcionamiento.
Prevención ante una rotura
Sin embargo, la rotura sí es una situación que requiere saber actuar al respecto. Si se nos rompe una bombilla de este tipo, hemos de tener en cuenta que el mercurio se libera en forma de vapor, para finalmente condensarse y acabar en el suelo. Además, el mercurio liberado será mayor si la bombilla está encendida al romperse.
El proceso dura escasos segundos, pero son suficientes para que puedan perjudicar nuestra salud. De acuerdo con el Instituto Nacional de Toxicología, su reciclaje ha de realizarse en puntos de recogida específicos que encontraremos en comercios.
Entre otros consejos prácticos, la rotura ha de ir seguida de una apertura de ventanas, tras la que dejaremos la habitación ventilándose sin nadie dentro durante un cuarto de hora como mínimo. Además, a la hora de recoger los trozos hagámoslo con guantes y mascarilla de protección respiratoria.
Nunca utilicemos aspiradores ni escobas para evitar que el mercurio se volatilice y evitar que los niños permanezcan en este entorno hasta que pasen al menos 24 horas. Lo recomendable es pasar un paño o papel húmedos para que no queden restos microscópicos de vidrio roto e introducirlo todo en una bolsa de plástico que cerraremos a continuación.