Viñedos, olivares y frutales de Valladolid, Ciudad Real y Badajoz se benefician de las cajas-nido: las ventas de sus productos aumentan y destinan menos recursos a combatir las plagas.
Conciliar la producción agrícola con el aumento de la biodiversidad es posible. Las aves insectívoras de diferentes especies que criaron en las cajas-nido que la Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas (Fire) colocó en un viñedo de doscientas hectáreas cercano a Valladolid han consumido 1.009 kilos de insectos y otros invertebrados en un año.
La iniciativa «Campos de vida» ha instalado más de trescientos nidales artificiales en viñedos, olivares y frutales de las provincias de Valladolid, Ciudad Real y Badajoz desde 2013.
Las aves reducen los costes que supone luchar contra las plagas «Creemos que los resultados que hemos obtenido ayudarán a que se generalice el empleo de aves insectívoras para el control biológico de plagas agrícolas en cultivos leñosos», afirma José Mª Rey Benayas, presidente de Fire. «Y no sólo estamos hablando de beneficios ecológicos: el estudio financiero vinculado a nuestro proyecto indica que las aves insectívoras pueden reducir los costes actuales que suponen para el agricultor luchar contra esas plagas», indica Benayas.
«De hecho, algunas de las fincas que están colaborando con nosotros ya están viendo aumentar sus ingresos por la venta del vino y el aceiteque producen desde que les asesoramos», revela el catedrático de ecología de la Universidad de Alcalá (Madrid).
«Campos de Vida» cuenta con la participación de explotaciones agrícolas como Abadía Retuerta, en Sardón del Duero (Valladolid), y HaciendasBio, en Guareña (Badajoz), así como de la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Para propiciar un hábitat óptimo que permita fijar las poblaciones de aves insectívoras en las áreas experimentales del proyecto, y que éstas se conecten entre sí, se han plantado setos y se han creado charcas. Medidas que, además, favorecen a plantas, insectos y anfibios.
Más datos alentadores:
La cantidad de orugas depredadas por las aves insectívoras fue un 50% superior en viñedos con cajas-nido ocupadas que en el mismo tipo de cultivo pero sin los nidales.
El carbonero común es la especie que mejor ha respondido a la colocación de los nidales en las demarcaciones donde se ha actuado. Una pareja de carboneros se alimentó de 26,73 kilos de invertebrados el año pasado.
Fuente: abc